Entre los siglos IV y V después de Cristo, Alejandría es el más importante foco cultural del Imperio Romano de Oriente. La ciudad constituirá un ejemplo de tolerancia y convivencia entre distintas culturas y religiones desde las antiguas creencias grecolatinas hasta las principales religiones monoteístas como judíos y cristianos. Esta convivencia se verá rota por las disputas y ambiciones de representantes religiosos como el patriarca Cirilo en la búsqueda de la hegemonía que ortodoxos y cristianos caldeos anhelaban para sí. De esas luchas se resentirá la ciudad que verá cómo se suceden hechos lamentables, crímenes y persecuciones, e, incluso, la destrucción de importantes monumentos, templos y legados como la Biblioteca del Serapeo.
En medio de esta vorágine nace Hipatia, la hija del matemático y astrónomo Teón, la primera mujer filósofa de la historia y la primera mujer científica dentro del concepto de ciencia de la antigüedad. Hipatia, movida por su amor por el conocimiento, funda escuela en la que discípulos de distintas creencias, clases sociales y puestos de responsabilidad en el gobierno de la ciudad y el Imperio, reciben sus lecciones y sus mensajes de tolerancia, respeto y armonía. No habrá ningún hecho en el que Hipatia no sea consultada y su personalidad será puesta en entredicho por aquellos que movidos por el fanatismo y el odio a la promoción e igualdad de las mujeres, la consideran enemiga para sus intereses.
Hipatia observa estremecida cómo sus ideas sobre la convivencia son echadas por tierra por los sucesos que ocurren a su alrededor. Aliada de aquellos que descubren en la razón la solución de muchos de aquellos problemas, como es el caso del prefecto de Roma en Alejandría, Orestes, Hipatia es acosada por los más fanáticos y extremistas seguidores del patriarca Cirilo que la condenan a muerte.
Hipatia sufrirá una muerte terrible a manos de esos fanáticos y ante la impotencia de sus seguidores. La Historia ha especulado mucho sobre los culpables de la muerte de Hipatia y se ha llegado a una conclusión universal: a Hipatia la asesinan el fanatismo, la intolerancia y la ignorancia.
Por motivos evidentes, algunos absolutamente vigentes en la actualidad, creemos que llevar a escena este capítulo y este personaje de la antigüedad clásica, protagonista de una auténtica tragedia, y teniendo como base sus teorías, enseñanzas e ideas transmitidas a lo largo de los siglos por sus discípulos, es más que oportuno en estos tiempos de involución que vivimos. Hipatia muere y se apaga sobre sus escritos, que sus asesinos quisieron acallar para siempre, como se apagó aquel Faro de Alejandría, una de las siete maravillas del mundo y símbolo del conocimiento frente a la superstición. Pero esa muerte dejó un mensaje de esperanza para los hombres, y sobre todo las mujeres del futuro ya que tras su muerte la escuela neoplatónica cobró pujanza y volvió a iluminar las tinieblas de los siglos.
Esta obra nos cuenta la historia de Alejandría y la de Hipatia, sus deseos, sus realidades, sus amores
y sus duelos.